¿Por qué hay que votar?
Hagamos de estas elecciones el inicio de un proceso de depuración y rescate de la política que el país urgentemente necesita y al cual invitaría a los abstencionistas a unirse mediante el aporte de su voto.
Para que el sistema democrático sea eficaz en la búsqueda del bien común y el bienestar de los colombianos, hay que votar por candidatos al Congreso que sean personas respetadas por su limpia trayectoria, competentes, conocedores de los problemas y, ante todo, conscientes de las obligaciones de servidores públicos voceros del pueblo que los elige.
Además, tienen que ser consecuentes de que su trabajo parlamentario está al servicio exclusivo del país y no de intereses particulares, y menos aún de aquellos actos que maniobrando por fuera de la ley se apoderan de recursos de la nación que a todos nos pertenecen.
Considero el Poder Legislativo como el núcleo central del sistema democrático, porque a él le corresponde ejercer el control político, expedir la ley del presupuesto y tramitar cualquier iniciativa de ley, independiente de su origen. Y aquellas que finalmente apruebe, una vez las sancione el Presidente y la Corte Constitucional verifique su constitucionalidad, todos tenemos que acatarlas y cumplir con sus normas -incluyendo, claro está, a los poderes del Ejecutivo y el Judicial, y las instituciones a su cargo que deberán darles plena aplicación-. Como se ve, el Congreso es clave en la construcción del marco constitucional y legal que nos rige.
Por lo anterior, para evitar un eventual derrumbe de nuestra democracia tenemos que llegar a conformar un Congreso de la República que por sus ejecutorias y el comportamiento de sus miembros, constituya la pieza básica del sistema. Es decir, un Congreso del cual nos sintamos orgullosos y no avergonzados, tal como actualmente nos sucede a gran parte de los compatriotas.
Así mismo, en la definición de por quién votar debemos reflexionar sobre el enfoque y las propuestas que los candidatos presenten para la solución de los problemas. No nos conformemos simplemente con las promesas -en las que seguramente los candidatos coincidirán.
Por ejemplo: que hay que acabar con la violencia y lograr la paz, reducir la pobreza, generar empleo, mejorar el acceso y la calidad de la educación y la salud, combatir la concentración de la riqueza, acabar con la corrupción y la impunidad, entre otros. Lo que se necesita es saber ¿cómo pretenden solucionarlos?, ¿qué medidas son las necesarias y cómo deben llevarse a cabo? y ¿cuáles son las reformas indispensables en lo económico, social, cultural e institucional?
De otra parte, el buen funcionamiento de la democracia requiere ineludiblemente de unas instituciones sólidas y respetables, merecedoras de la credibilidad ciudadana. Que operen dentro de su autonomía respetuosa entre sí. Que funcionen con la necesaria coordinación entre los tres poderes del Estado, para que éste bajo la dirección del Presidente pueda cumplir con su obligación de velar por los intereses de la nación.
Por último, hagamos de estas elecciones el inicio de un proceso de depuración y rescate de la política que el país urgentemente necesita y al cual invitaría a los abstencionistas a unirse mediante el aporte de su voto.
No podemos permitir, por más tiempo, que un creciente grupo de políticos que con indeseables y fraudulentas prácticas lleven a la gran mayoría de los ciudadanos a rechazar la política como una de las principales causas de nuestros males. Tengamos presente que esta actividad es definitiva, para bien o para mal, en el gobierno de los pueblos.
Roberto Arenas Bonilla
Este pensamiento lo podemos llevar anuestros municipios tambien.
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